Planear el uso de algún software educativo es de suma importancia para el docente, ya que implica realizar ciertas actividades antes, durante y después de usar el software, todas ellas con la finalidad de apoyar el logro del objetivo planteado.
Por ello el protocolo del Dr. Gándara nos parece funcional en nuestra labor diaria pues concuerda con el diseño de una clase, por ejemplo, en saber dirigir los contenidos a la población adecuada o plantear el objetivo de la actividad en términos del currículo, factor importante en la labor implícita del quehacer educativo que llevamos a cabo.
Establecer la modalidad es fundamental considerando los recursos con los que se cuenta, así como el tiempo; además de establecer, si la orientación de uso será para apoyar la instrucción-aprendizaje o la autoinstrucción. Por experiencia se puede decir que el porcentaje de autoinstrucción es mínimo ya que el alumno requiere comúnmente del apoyo del docente para su aprendizaje. En cuanto a la selección del software coincidimos en que para la búsqueda del mismo tenemos que partir de las características técnicas con que cuenta el equipo de cómputo disponible lo cual nos limita a seleccionar dentro de una variedad de software; es muy importante lo que se propone de contar con un protocolo de evaluación para seleccionar eficazmente el software apropiado, aunque por experiencia podemos decir que algunos docentes seleccionan sin el apoyo de un protocolo porque desconocen la existencia de éste.
Considerar los requerimientos de espacio e instalación es crucial porque se debe de verificar si se cuenta con estos requerimientos para poder determinar la modalidad de uso, así mismo para evitar contingencias que lleven al fracaso la sesión. Si todos los elementos antes mencionados se realizan adecuadamente, éstos conducirán a la elaboración del último elemento, es decir, la planeación de la sesión donde se utilizará el software educativo; este último elemento es el más importante porque en el mismo se especificarán entre otras cosas, las actividades que realizarán tanto el docente como los alumnos, el tiempo de desarrollo de las mismas, así como la evaluación que se aplicará.
Agregaríamos a este protocolo la autoevaluación del software por parte de los alumnos o el profesor, en el entendido de que no solo sea un proceder implícito, sino que sea explícito, para que de ello se valgan las recomendaciones futuras en una clase y se reflexione sobre el porqué de su éxito o su fracaso. En este sentido, hoy la articulación de los planes de uso de programas de cómputo educativo en las trincheras reales, hace más sinuosas las asimetrías áulicas, en vez de cultivar y ensayar tareas en donde corresponda y quepa la preparación de este tipo de planes, debido a que en esencia son una vía procedimental, que alienta la acción educativa donde es claro el cambio del rol del profeso-asesor, como elemento interesante de intervención en la reorganización de su proceder diario, ya que es una acción de apertura de caminos hacia la conformación y delineamiento en la calidad de la educativa proyectada hacia su comunidad inmediata, donde el punto de vista que nos brida es que
“La usabilidad pone en marcha procesos de comprensión de la situación. Ya que exige adquirir, procesar y utilizar ‘conocimiento de la situación’, lo que se ha definido como la percepción de los elementos en el ambiente dentro de un volumen de tiempo y espacio, la compresión de su significado y la proyección de su estado en un futuro cercano”. (VELÁZQUEZ & SOSA, 2009)
Referencias
GÁNDARA, M. (1999) Lineamientos para la elaboración de planes de uso de programas de cómputo educativo. Recuperado el 31 de mayo del 2012 de
VELÁZQUEZ, L &SOSA M. La usabilidad del software educativo como potenciador de nuevas formas de pensamiento. Revista Iberoamericana de Educación. No. 50/4- 25 de septiembre. Recuperado el 1 de junio del 2012 de
http://www.rieoei.org/deloslectores/3032Sosa.pdf.
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